sábado, 24 de abril de 2010

El pasado lunes salimos en el Heraldo!


Dicen que en época de crisis crecen exponencialmente las ventas de pintalabios. Concretamente de color rojo. No es casual. "Es un pequeño toque con el que las mujeres se ven mejor y afrontan sus problemas con otra cara", explica la diseñadora zaragozana Sara Cuesta.

Inés le da unos retoques a su compañera Sara en una clase..LAURA URANGA

Dicen que en época de crisis crecen exponencialmente las ventas de pintalabios. Concretamente de color rojo. No es casual. "Es un pequeño toque con el que las mujeres se ven mejor y afrontan sus problemas con otra cara", explica la diseñadora zaragozana Sara Cuesta, que organiza junto con su compañera Inés Rodríguez -maquilladora e ilustradora- unos cursos de estilismo y maquillaje para subir la autoestima. Una oportunidad para que las vecinas de Zaragoza puedan poner al mal tiempo buena cara.

La dinámica es sencilla. Se juntan cuatro amigas -no importa que se conozcan o no antes de pasar por esta experiencia- y empiezan a pinturrajearse la cara y a ponerse trapitos por encima. "Uy... qué mal te queda ese color", le dice con cariño una desconocida a otra. "Se integran tanto que al final no sabes cuáles son amigas y cuáles no", señala Inés.

Cada curso dura tres horas y está dividido en dos partes. Para empezar, Sara saca su dossier sobre lo que más le favorece a cada persona y empieza la clase magistral. "Lo primero, hay que mirarse al espejo, y ver cómo es una y qué proporciones tiene", explica. "Y luego hay que saber qué partes se deben disimular, cuáles potenciar y cómo hacerlo", añade. Su manual está lleno de tipos de escotes, pantalones y faldas. Su otro arma infalible son unos pañuelos de colores que sus alumnas se ponen alrededor del cuello. "Sirven para ver qué tono le favorece más a cada persona", señala.

Para las más avanzadas de la clase, Sara profundiza un poco. "También les explico qué prendas deben formar su fondo de armario para que nunca les falte de nada", afirma. La clase se cierra con una explicación acerca del funcionamiento del mundo de la moda.

Entonces llega el turno de Inés, de sus pinceles, coloretes y sombras de ojo. "Hay gente que piensa que maquillarse es muy complicado porque hay que echarse todo lo que dicen las revistas, otros creen que esto consiste en echarte la base, quedarte naranja y ya está", explica.

Pero allí está ella, brocha en mano, para desmontar estereotipos. "La idea es que la gente con lo básico aprenda a sacarse partido en el día a día. La imagen que nos venden las revistas sobre el mundo de la moda es la de un mundo muy complejo y artificial, pero no tiene por qué ser así", explica Inés. "Nosotras intentamos humanizar ese escenario. Al final lo que importa es que las personas se sientan a gusto consigo mismas con lo que llevan puesto. Eso es algo que da mucha seguridad", añade Sara.

Por eso su curso atrae a gente de todo tipo. Aseguran que en su gran mayoría se trata de treintañeras. Pero entre ellas hay desde aficionadas y entendidas de la moda, hasta gente que no ha cogido un pincel en su vida. "Alguna incluso es bastante reacia a maquillarse y, luego, cuando acaba el curso son de las que más preguntan", asegura Inés. A sus clases han asistido madres e hijas, amigas para celebrar un cumpleaños y completas desconocidas. "Lo importantes es que al final todas pasamos un rato divertido", concluye Inés, mientras avisa de que "los polvos siempre deben usarse después de los cosméticos en crema y sirven para que estos se fijen".

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